domingo, 1 de julio de 2012

 EL SALÓN-COMEDOR


Hasta 1860, en las residencias victorianas de familias bienestantes no se destinaba una estancia especial a las funciones de comedor, sino que éste y el salón solían compartir un mismo espacio. Era una estancia que se decoraba con menos fantasía que, por ejemplo, el boudoir de la señora de la casa; se trataba, por el contrario, de un ámbito muy formalista, pues allí se recibía a los invitados de mayor rango y compromiso. Para la decoración del salón siempre se reservaban las mejores maderas, los revestimientos murales más caros, los cortinajes más bellos y los pavimentos más ricos.


El salón adquirió cada vez mayor importancia en las casas, pues la sociedad victoriana adoraba las fiestas y recepciones y, además, recibir en la propia residencia; así pues, exhibía en su salón sus más preciadas pertenencias, como, por ejemplo, las vajillas de porcelana o las piezas de plata para el servicio de la mesa, puesto que era señal de riqueza y estatus social.













No hay comentarios:

Publicar un comentario